Desde julio de 2011, las comunidades que albergan a la Fundación Fantsuam en el estado de Kaduna son testigos de un conflicto comunitario en curso que ha dejado cientos de personas muertas y sin hogar, además de muchísimos hogares destruidos. En el momento culminante de la crisis, todas las ONG locales e internacionales, menos la Fundación Fantsuam, cerraron sus oficinas.
Ese es el contexto en el que ha operado el servicio inalámbrico ZittNet, suministrado por Fantsuam, como un salvavidas que permite a los pobladores y pobladoras mantener el contacto con el resto del mundo, estar en contacto con amigos y parientes lejanos.
La recesión económica resultante de la violencia, que continúa, empezó a dificultar el pago de las cuentas de internet para Fantsuam, que se dirigió entonces a un consorcio de banda ancha junto con varias instituciones educativas, de salud y religiosas de la región para negociar un precio más accesible por parte de los proveedores privados del servicio, pero la solución siguió resultando demasiado costosa para muchos.
Al final, inesperadamente, la ayuda vino del gobierno de Nigeria, que ordenó renovar el contrato de banda ancha de Fantsuam. Entre la energía solar, que carga una batería en franco declive, un generador diesel y la esporádica energía eléctrica, Fantsuam se las arregla para mantenerse conectada durante al menos ocho horas todos los días. “No nos podemos quejar”, dice la dirección de la fundación.