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El problema

El contenido, el lenguaje y el conocimiento de internet y las tecnologías digitales siguen siendo dominio de intereses blancos, masculinos, privados y del Norte global, lo que profundiza la colonización del conocimiento en el mundo fuera de línea. La creencia de que internet podía ayudar a crear un fondo común de conocimiento público global verdaderamente integrador está desapareciendo a medida que los propios espacios digitales se han convertido en campos de batalla para las luchas por el poder y las narrativas.

Los espacios digitales se alimentan cada vez más del odio y la discriminación contra las mujeres, las comunidades LGBTIQ, las minorías religiosas, las personas migrantes, las personas con capacidades diferentes y otras personas y grupos que se encuentran en situación de vulnerabilidad o marginación. Esto incluye nuevas manifestaciones de violencia de género mediadas por las tecnologías digitales.

Las mujeres y personas de sexualidades y géneros diversos experimentan más intensamente las reacciones contra los logros obtenidos en materia de igualdad de género. Las amenazas a la organización feminista en línea y fuera de línea se están ampliando y adoptando nuevas formas, lo que habilita violaciones por parte de un amplio rango de actores, incluso Estados, estructuras religiosas fundamentalistas y empresas privadas, que cada vez están más próximos ya que comparten el propósito de estrechar las nociones de moralidad, familia e “igualdad”.

Estas amenazas suelen manifestarse como violencia de género en línea, íntimamente ligada a los espacios fuera de línea, y el doble papel de la censura y la vigilancia de género que facilita esta violencia. Paralelamente, el aumento de la recopilación y la digitalización de los datos repercute en forma despareja sobre la autonomía, la privacidad y los medios de vida de las mujeres y las personas de sexualidades y géneros diversos. Los estereotipos relacionados con el género, la raza, la casta y la capacidad están incorporados en la tecnología y en los procesos y algoritmos que dependen de datos. Las empresas y los gobiernos utilizan esos datos para elaborar perfiles, lo que plantea cuestiones de privacidad y disminución de la autonomía, sobre todo para las personas marginadas por su sexualidad, género u otras categorías. También es preocupante que, aunque las formas de trabajar y el trabajo mismo cambian en la era digital, el trabajo de género o feminizado sigue estando devaluado.

Los Principios feministas para internet, creados colectivamente por feministas, constituyen el marco dentro del cual APC desarrolla su trabajo sobre feminismo, derechos de las mujeres, sexualidad y tecnología. La internet feminista por la cual estamos trabajando es un espacio donde mujeres y personas de sexualidades y géneros diversos pueden acceder y disfrutar de una internet libre y abierta para ejercer sus derechos y su autonomía, construir poder colectivo, fortalecer movimientos y transformar relaciones de poder para la justicia sexual y de género. Para lograrlo, tenemos que interrogarnos sobre las intersecciones existentes entre sistemas de opresión tales como el sexismo, racismo, el sistema de castas, el capacitismo y la heterosexualidad obligatoria, y cómo afectan a las personas.

El cambio por el que trabajamos

  • Se generan y se nutren ideas, capacidades, procesos y espacios para organizarse y desarrollar estrategias colectivas en pos de una internet feminista y sostenible.
  • El debate político y las decisiones sobre internet incorporan y reflejan las perspectivas de las mujeres y las personas de sexualidades y géneros diversos.
  • Aumentan los recursos financieros y la diversidad de actores por una internet feminista, incluso los que trabajan por el desarrollo de tecnología feminista.

Nuestro papel en este cambio

El Programa de derechos de las mujeres (PDM) de APC se propone fortalecer la capacidad de diversos movimientos de mujeres para que tengan la confianza, los conocimientos y los recursos necesarios para incidir en el uso, desarrollo y toma de decisiones de internet. De este modo, pueden utilizarlo como un espacio político para desafiar normas, estructuras y prácticas discriminatorias, amplificar su trabajo a favor de los derechos de la mujeres y la justicia de género, y luchar contra los obstáculos que les impiden aprovechar las tecnologías de información y comunicación (TIC). Nuestro trabajo nace del reconocimiento del enorme potencial de las TIC para fortalecer el desarrollo social, político, cultural y económico, y promover los derechos humanos de mujeres y niñas. El PDM se encuentra en una posición única dentro de los movimientos por los derechos en internet y por los derechos de las mujeres.