Cuando grupos conservadores y ultracatólicos decidieron hacer una marcha en San José de Costa Rica a favor de un referendum para vetar todo atisbo de legislación en favor de la unión civil o matrimonio igualitario de personas del mismo sexo, un grupo de activistas del movimiento LGTB decidió hacer una convocatoria para oponerse a esta iniciativa.
Utilizando las redes sociales para manifestar una opinión contrapuesta, poco a poco fue creciendo el número de personas y de organizaciones que estuvieron dispuestas a oponerse a que se vulneraran los derechos de parte de la ciudadanía. Su objetivo era el de manifestarse a favor de mantener al estado como el garante del respeto absoluto de los derechos de todas las personas y expresar públicamente su convicción de que los derechos humanos de una minoría no pueden ser sometidos a consulta de la mayoría.
Las redes sociales brindaron una plataforma excelente para que personas y organizaciones se autoconvocaran de manera espontánea para acudir a la demostración pública pero con consignas contrapuestas a las de sus organizadores. Cuando se encontraron ambos grupos en la calle la situación se puso tensa y los grupos progresistas fueron acusados de “provocadores” por los conservadores y ultracatólicos en medio de mucho enojo y griterío. Pero quienes se autoconvocaron lograron su objetivo: demostrar que en el país no existía una opinión única sobre el tema y que aquellas personas que abogaban por el respeto a la diversidad sexual querían ser consideradas con sus opiniones con el fin de que se discutiera una nueva legislación contemplativa de los derechos de las minorías sexuales.
Con el entusiasmo que provocó el éxito de la convocatoria, los y las participantes de la contramarcha no tuvieron en cuenta cuestiones de seguridad y privacidad en su comunicación electrónica. Los intercambios de mensajes fueron públicos durante todo el proceso y también se subieron fotos de activistas LGTB a los sitios que ofrecen las redes sociales, sin tener en cuenta que su identificación podía el día de mañana traer consecuencias negativas.
¿Cuántas veces ocurre que, ante el entusiasmo y el activismo, se dejan de lado estas cuestiones sobre la seguridad en línea, sin tener en cuenta que los espacios de participación que ofrece internet pueden ser fácilmente utilizados para identificar, monitorear, controlar y hostigar a las personas adversarias, sea por sus ideas políticas o religiosas, sus concepciones filosóficas o sus estilos de vida?
En el panel sobre “Movimientos sociales y seguridad de los datos” que se realizó el 10 de noviembre en el miniauditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, representantes de diversos foros, redes y organizaciones discutieron el tema, teniendo en cuenta que cada día hay más controles en internet por parte de gobiernos, empresas, servicios de información y grupos de presión antidemocráticos que pretenden poner límites a la libertad de expresión y a la participación de la ciudadanía. en los asuntos públicos.
Entre otros temas, en el panel se señaló que la seguridad de los datos se convirtió en un pilar fundamental para el trabajo de las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres que abordan temas controvertidos como los de salud sexual y reproductiva, el derecho al aborto o cuestiones de violencia contra las mujeres. En este último tema, por ejemplo, la denuncia de redes de trata o de prostitución puede poner en peligro la vida y la seguridad de las activistas. Lo mismo ocurre con quienes defienden los derechos de las minorías sexuales. Muchas de ellas corren el riesgo de ser agredidas o perseguidas si se las identifica públicamente.
En el panel participó el programa de mujeres de APC teniendo como eje la capacitación de mujeres activistas sociales y defensoras de derechos humanos y sus necesidades de utilizar herramientas que fortalezcan las comunicaciones seguras en el mundo virtual como parte de la campaña “¡Conecta tus derechos!”.
Con talleres de capacitación en Asia, Africa y América Latina, el programa de mujeres de APC tiene como objetivo también crear redes y articulaciones entre diversas organizaciones de derechos de las mujeres para que puedan ayudarse y fortalecerse mutuamente, tanto en nuevas capacitaciones como compartiendo experiencias y modalidades de trabajo en línea que ofrezcan ámbitos adecuados para la tarea que realizan, muchas veces riesgosa.