Territórios Livres, Tecnologias Livres es una iniciativa colectiva de Intervozes – Coletivo Brasil de Comunicação Social, miembro de APC en Brasil, de la Coordenação Nacional de Comunidades Negras Rurais Quilombolas (CONAQ) y del Movimento de Mulheres Trabalhadoras Rurais do Nordeste (MMTR/NE). Cuenta con el apoyo de APC a través de un subsidio para la implementación de nuestro plan estratégico. Publicamos a continuación el artículo sobre la experiencia de varias de las implicadas en el proyecto (originalmente en portugués en Le Monde Diplomatique Brasil).
En los recuerdos de Maryellen Crisóstomo, quilombola y periodista de la Coordinación Nacional de Articulación de Comunidades Negras Rurales Quilombolas (CONAQ), la imagen de su madre poniendo las pilas del radio en el techo para que se recargasen con luz solar es imperativa cuando el tema es la tecnología. “Este, incluso, se dejaba colgado alto para evitar que por mala suerte los niños se fueran a tropezar con él, haciendo sucumbir el único contacto posible con el mundo externo”, dice Maryellen sobre la importancia de la radio para la comunicación en su comunidad, el territorio Baião em Almas (estado de Tocantins, región norte de Brasil). “Me acuerdo despertarme de madrugada y escuchar el radio prendido, con música sertaneja y lecturas de cartas destinadas a familiares en algún lugar de Brasil, donde el remitente siempre deseaba que aquella noticia los encontrara vivos y en buen estado de salud”, recuerda.
Como una encrucijada de la vida, así define Aline Carneiro, coordinadora administrativa del Movimiento de la Mujer Trabajadora Rural del Noreste (MMTR-NE), el uso de las tecnologías en relación con la educación y el movimiento social. Los tres hitos que cambiaron el rumbo de su vida para siempre fueron: la mudanza de la ciudad al área rural del municipio de Conde (estado de Paraíba, noreste de Brasil), tras el fallecimiento de su abuelo; el curso técnico de Agropecuaria; y, en 2010, el encuentro con el MMTR-NE a través de una amiga.
En la zona rural ella conoció otros contextos de vida, como la distancia entre las casas, la falta de energía eléctrica, la casa de tapia o tener que cruzar el río para ir a la escuela, desafíos que se superaron a través de diferentes saberes. En el curso de Agropecuaria, en la escuela técnica, Aline pudo conocer más sobre el mundo, las personas y las tecnologías. Ya en el MMTR-NE, señala, “perdí el miedo a hablar, me liberé de las mentalidades de sumisión que me habían enseñado desde pequeña y reconocí mis identidades y orígenes”.
En el otro extremo del Noreste, Tâmara Terso, integrante de Intervozes, prendió una computadora por primera vez en el curso de computación y mecanografía en Itamaraju (estado de Bahía, noreste de Brasil). En 2004, estos conocimientos, analógicos y digitales, hasta entonces desconocidos para ella, ya eran considerados por muchos como incompatibles entre sí. Años después, en conexión con otras mujeres en el proyecto Territorios Libres, Tecnologías Libres, la periodista cuenta que “revivió la riqueza de ese proceso que hacía coexistir tecnologías distintas, sin una lógica de sustitución y eliminación”.
Para Naiara Santana, nacida y criada en el Asentamiento Vitória da União (estado de Sergipe, noreste de Brasil), el territorio siempre ha sido un lugar de lucha y resistencia. La coordinadora de comunicación del Movimiento de la Mujer Trabajadora Rural del Noreste (MMTR-NE) nos cuenta que creció observando las dificultades de la comunidad, donde solo pasaba un autobús al día. Las noticias llegaban con meses de retraso y su madre aún cuenta que cuando falleció su cuñado, ellas se enteraron solamente tres meses después.
La primera vez que escuchó hablar de tipos de tecnologías fue en 2006, cuando obtuvo su primer teléfono celular y computadora. Sin embargo, como contrapunto a estos episodios, ella piensa que “en realidad todo es tecnología, ya sean los saberes o técnicas de organización”.
Saberes y haceres, contacto, cambios, convivencia, resistencia y encrucijada
Estas son ideas fuerza que tejen historias. ¡Nuestras historias! Cuatro mujeres negras que se encontraron en la coordinación del proyecto “Territorios Libres, Tecnologías Libres”, con el objetivo de mapear los usos y concepciones de internet, tecnologías de información, comunicación y justicia socioambiental, junto con las comunidades quilombolas y rurales del Noreste de Brasil, entre 2020 y 2021.
Los desafíos que enfrentan estas comunidades, en medio de la coyuntura restrictiva impuesta por la pandemia de COVID-19, hicieron nuestro encuentro aún más urgente. Desde el inicio de la crisis sanitaria, por ejemplo, las comunidades quilombolas han tenido dificultades para recibir información sobre la prevención del virus SAR-CoV-2 y acceder a derechos como el auxilio financiero de emergencia.
La ausencia de iniciativas gubernamentales para garantizar el acceso a internet y las TIC en las zonas rurales es un reflejo del racismo estructural, responsable del mantenimiento de los sistemas de desigualdad en el país. En este sentido, humanizar y territorializar los datos para comprender los impactos de las tecnologías en la promoción de la justicia social y ambiental fueron una brújula para el proyecto TLTL.
“Quiero ver, si tú no te mueves, quiero ver quién se mueve por ti…”
Esta frase es un fragmento de una cantiga de Jacy Barreto, agricultora y referente del MMTRNE en el municipio de Serrinha-Bahia.
Históricamente, las mujeres son las responsables de guardar el conocimiento para la producción y reproducción de la vida. Por esa razón, fueron ellas las principales protagonistas de todas las etapas del mapeo.
Las experiencias vividas en los territorios, como los relatos que abren este texto, guiaron nuestras referencias epistemológicas, así como los diálogos y conexiones a través de las iniciativas comunitarias fueron las bases metodológicas para construir nuestro xirê - componentes de una epistemología feminista negra según Patricia Hill Collins, socióloga afroamericana.
Mujeres negras, indígenas, quilombolas, de terreiros, del campo y la ciudad reunieron sus saberes sobre economía, educación, medio ambiente, política, comunicación y tecnologías para fortalecer las luchas del presente y proyectar mundos posibles. Al son de las místicas y en el movimiento enfrentamos las ofensivas que intentan desconectarnos de nuestras memorias y derechos online u offline.
Como decía Paulo Freire, nadie educa a nadie y tampoco a sí mismo, nos educamos unos con los otros al experimentar, observar, intercambiar, hacer y dialogar. Y eso es lo que hicimos. Aprendimos y enseñamos con Veronica Santana, Givânia Maria, Mãe Beth de Oxum, Ana Carla Cota, Adriana Bravin, Geovania Machado, Selma Dealdina, Gabriela Monteiro, Marina Pita, Iara Moura, Gyssele Mendes, Olivia Bandeira, Rafaela Souza, Maria Aparecida, Maria Felipa y Maria Edna de Andrade.
Llevar el proyecto a 274 familias en 33 comunidades no fue fácil. Por ello, la dinámica “una sube y tira de la otra” organizó el trabajo de las investigadoras-activistas, cinco mujeres y un hombre, líderes quilombolas y trabajadoras rurales, quienes coordinaron la investigación en los nueve estados del Noreste y fomentaron su proceso de multiplicación en los territorios.
En ese momento entendimos un poco más las palabras de Mãe Beth de Oxum cuando nos dice que la tecnología es un tambor y que Ogum, un orixá que manipula el hierro, nos enseña a través de los Ifás a compartir peces con sus herramientas. En este mismo espíritu sacamos partido de esto, dejamos mensajes y compartimos recursos para incluir a más familias en el intercambio de conocimientos, herramientas poderosas para comprender el escenario de desigualdades expuesto en la sistematización de los datos a continuación.
Marcadores de género
Según el mapeo de TLTL, el 56% de las 274 familias rurales y quilombolas del noreste brasileño viven con menos de un salario mínimo ($ 202.5); el 29% de los hogares en estas comunidades no tiene acceso a internet; solo el 11% de las familias tiene computadora; y, entre las familias que tienen internet en casa, el 33% tiene dificultades para pagar el servicio, que cuesta, en promedio, de 51 a 200 reales ($ 9.4 a $ 36.8).
Cruzando los datos generales con el enfoque de género, nos damos cuenta de que la presencia de mujeres en las familias hace que el acceso a interne y a las TIC sea mayor: el 22% de las familias con mayoría de hombres tienen acceso a internet en casa, mientras que en las familias con más mujeres, este número aumenta al 28%. El tipo de acceso también cambia: el 16% de los hogares con mayoría de hombres tiene acceso a banda ancha, mientras que entre las mujeres sube al 23%.
Los datos del mapeo coinciden con la experiencia de Maryellen, quien a los 14 años ganó su primera remuneración, un pagamento al grupo de danza de la escuela (grupo Jiquitaia de Danças Típicas de Almas) después de un viaje a Francia, con la que compró el primer televisor y el teléfono celular de la familia, además de una cámara fotográfica en la revista Hermes.
Las mujeres, con sus experiencias, conocimientos y tecnologías de cuidado prestan mayor atención a la calidad de vida que las rodea. Y esta atención está directamente vinculada al acceso a la información. Según la encuesta, de las familias que afirmaron haber recibido información sobre la prevención contra el coronavirus, el 21% estaban formadas por una mayoría de hombres y el 28% por una mayoría de mujeres.
A pesar de ello, también es en las familias con mayoría de mujeres donde se intensifican las dificultades. Los costos de internet son más elevados para las mujeres (17%) que para los hombres (14%). Y cuando investigamos el tipo de dificultad para acceder a internet durante la pandemia, la educación aparece como el principal problema para las familias con una mayoría de mujeres (18%) frente al 13% de hombres.
Es de destacar que existe una tendencia, en las zonas rurales, de hogares mantenidos exclusivamente por mujeres que realizan muchos trabajos, desde la labor ardua en sus terrenos y artesanías, hasta la realización de jornadas en propiedades de terceros. En el diálogo con las mujeres de los territorios, se nota que no hay ingresos fijos todos los meses. Los ingresos familiares varían mucho y pueden verse afectados por las condiciones ambientales, como la falta de lluvia. Por tanto, las políticas públicas que brindan mayor autonomía a las mujeres para que decidan las prioridades de la familia en materia de ingresos, como Bolsa Familia, deben servir como ejemplo de acciones de distribución de ingresos que incentiven el acceso a internet y a las TIC.
¡Miedo nosotras tenemos, pero no lo utilizamos!
Esta consigna es de Margarida Maria Alves (Alagoa Grande, 5 de agosto de 1933 — Alagoa Grande, 12 de agosto de 1983), agricultora, sindicalista y defensora de los derechos humanos brasileña que tuvo una trayectoria de lucha interrumpida cuando fue asesinada a manos de latifundistas. Fue una de las primeras mujeres en ejercer un cargo de dirección sindical en el país. Su nombre y su historia de lucha inspiraron la Marcha de las Margaritas, creada en 2000, que reúne trabajadoras rurales en lucha por la tierra y contra la violencia de género.
Las mujeres se destacan en el liderazgo de la ciclicidad que asegura la vida en el territorio. Este protagonismo va acompañado de un trabajo de base comunitario que involucra a ambos géneros, como señala el mapeo al abordar las formas de enfrentar las dificultades de acceso a internet y las TIC. Familias con mayoría de hombres y mujeres participaron, al mismo nivel, en el trabajo comunitario, reforzando las características de las comunidades rurales y los pueblos y las comunidades tradicionales, que reconocen en el trabajo colectivo la constitución de sus identidades y formas de vida.
Para fortalecer estas formas de vida, las comunidades desarrollan diversas estrategias, como tecnologías ancestrales. Conocimiento histórico de las mayores en relación con las más jóvenes para curar, cuidar, alimentar y proteger a través de la medicina natural, el manejo del suelo, el autocuidado, la preservación de semillas criollas, entre otros conocimientos y prácticas que revelan una fuente de alternativas al desarrollo capitalista predatorio.
En esta línea, el MMTR-NE presenta la Escuela de Educadoras Feminista: tecnología ancestral y social de libre acceso, replicable, de fácil comprensión y que se puede readaptar a diferentes contextos para valorar el conocimiento de cada mujer. Su metodología fue diseñada por trabajadoras rurales de los nueve estados de la región Noreste de Brasil, con la acumulación de experiencias internas y externas. Son ruedas de diálogo que fortalecen el día a día, la formación y el conocimiento sobre los derechos y la igualdad entre hombres y mujeres en las comunidades.
¡Tecnología libre es tener la ancestralidad presente, siempre!”, afirma la escritora quilombola Selma Dealdina. Para ella, las ideas de desarrollo y evolución de la modernidad excluyen memorias e historias que necesitan activarse como autodefensa de cuerpos y territorios violados por el racismo. Como iniciativa para combatir el racismo en los territorios, las mujeres rurales y quilombolas también se unen para participar en espacios de influencia política, denunciando las desigualdades de acceso a internet durante la pandemia, a través de la participación en audiencias públicas en la Cámara de Diputados, y también como representante de estos movimientos en el Comité de Defensa de los Usuarios de Servicios de Telecomunicaciones (CDUST).
En armonía con Dealdina, Mestra Cida, del grupo de coco y ciranda Desencosta da Parede, de la comunidad de Caiana dos Crioulos (estado de Paraíba, noreste de Brasil), frente a la computadora y en vivo para muchas personas, nos muestra la importancia de activar tecnologías ancestrales a través del juego de rimas, melodías e integración de generaciones. Al compartir la ceremonia de recepción de Bianca y Beatriz, dos adolescentes iniciadas en las tradiciones de su comunidad, ella teje redes de conocimiento y protección de sus formas de vida, al tiempo que siembra la esperanza de que las conexiones digitales puedan cooperar en el fortalecimiento de estas experiencias.
El proyecto Territorios Libres, Tecnologías Libres se atrevió a apostar por la ocupación de territorios online y offline como una forma de reivindicar derechos y construir redes de solidaridad. Las estrategias de comunicación siempre han sido instrumentos poderosos y necesarios en manos de las comunidades, ya sean rurales o urbanas. Y si hoy vivimos un diálogo más cualificado sobre el derecho a la comunicación, es porque hubo personas que se atrevieron a construir nuevas posibilidades acordes a sus identidades, territorios y realidades.
Imágenes: Conaq y MMTR-NE
Autoras
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Aline Carneiro de Paula - Coordinación Ejecutiva del MMTR-NE
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Maryellen Crisóstomo - Quilombola y periodista de la COEQTO y de la CONAQ
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Naiara Santana de Jesus - Coordinación Ejecutiva del MMTR-NE y representante de la sociedad civil en el CDUST
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Tâmara Terso - periodista amefricana y del consejo director del Intervozes
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Traducción: Dafne Melo