Artículo publicado originalmente en el sitio web de Colnodo.
Comunidades de zonas rurales del país que diseñaron e implementaron su propia red inalámbrica actualmente hacen un uso intensivo de la red celular y de acceso a internet para apoyar sus actividades cotidianas. Comunicarse con sus seres queridos y hacer más ameno el aislamiento obligatorio impuesto por el gobierno colombiano, debido a la propagación de la Covid-19, son algunos de los beneficios que estas comunidades han tenido durante la cuarentena.
En el mes de abril se incrementó significativamente el número de personas inscritas que están usando la red inalámbrica comunitaria RedINC, ubicada en zona rural de Buenos Aires, Cauca.
Debido a los controles de acceso al territorio implementados por las autoridades locales como la Guardia Indígena y Cimarrona, ante la emergencia sanitaria, muchas personas de la región se encuentran lejos de sus seres queridos y de lugares que normalmente frecuentaban; por lo tanto, el uso de dispositivos móviles en la comunidad se ha convertido en una herramienta de comunicación y acercamiento.
En Maní, Casanare, el panorama con su Red Comunitaria es similar; el compartir remotamente con la familia es una necesidad que ha aumentado durante esta época de confinamiento. Gracias a la red de internet los habitantes pueden comunicarse dentro de la misma vereda evitando largos desplazamientos y riesgos. Tienen comunicación con personas en Yopal, Bogotá e incluso con personas que se encuentran en países como España, Alemania o Estados Unidos; principalmente para enterarse por el estado de salud de sus amigos y familiares.
Además, para los campesinos administradores de fincas ha sido un gran beneficio el uso de la red en el desempeño de labores como realizar efectivamente los pagos de servicios por medios electrónicos, hacer sus pedidos de mercado a domicilio y proveerse de todos los insumos sin tener contacto físico con otras personas.
“Hemos tenido dificultades con la red, pero gracias al servicio mismo y con el apoyo de Colnodo, nos han mandado repuestos desde Cali. El personal de la mesa de ayuda nos ha brindado orientaciones en la evaluación y diagnóstico de los problemas, en la parametrización de equipos recibidos y en su instalación. Hace muy poco esta situación jamás la hubiésemos soñado”, menciona Javier Casasbuenas, uno de los líderes de la red comunitaria en Maní Casanare.
De otro lado, en Buenos Aires, Cauca, se han presentado algunos desafíos con la red “nuestro principal reto es hacer llegar equipos de repuesto y mantenimiento al territorio. Los controles de aislamiento implementados en las comunidades nos impiden llegar con los recursos necesarios para el funcionamiento óptimo de la red”, dice William Suarez, del equipo de redes comunitarias en Colnodo.
A lo largo de los años estas regiones del país han tenido diversas dificultades para comunicarse entre si y hacia afuera, el servicio de telefonía ha sido deficiente y el servicio de datos inexistente; para las empresas prestadoras no ha sido una prioridad conectar a usuarios tan dispersos y con baja densidad poblacional. Desde esa problemática nació la necesidad de implementar una Red Inalámbrica que fuera administrada por la misma comunidad con el acompañamiento de Colnodo.
Antes de que iniciara la cuarentena, la existencia de la red comunitaria incentivó a varias familias de los centros urbanos como Yopal o Maní se trasladaran a sus fincas porque consideran que en las zonas rurales existe un menor riesgo de contagio del coronavirus. “Hemos visto como los niños están siguiendo los programas educativos desde sus casas; tanto las personas de la vereda que usan el internet instalado en la escuela, como los niños que se desplazaron de los centros urbanos para pasar esta temporada en las veredas”, añade Casasbuenas.
También es importante destacar las actividades lúdicas que permite la red comunitaria: acceso a programas educativos, conferencias, talleres, o simplemente ver buenas películas y escuchar música para el entretenimiento.