Solo convocar la imagen de una montaña de computadoras en desuso, lleva a pensar en diferentes temas. Puede llevar a ver el problema de la basura en el mundo y la necesidad de reducir los montos por los espacios físicos que ocupan. También puede invitar a dimensionar los peligros acumulados en esa montaña que incluye materiales tóxicos y por ende pensar en la salud de quienes viven cerca y quienes deberán manipularlas. O tal vez nos lleve a registrar el contraste que hay entre todo ese cúmulo de tecnología desechada y los miles de personas que aún no acceden a una computadora.
Se trata entonces, de un problema con diversas aristas. Un problema relacionado con los modelos del consumo, de cuidado del medioambiente, de salud de la población, de distribución de la riqueza y también de acceso al conocimiento. Si bien la basura electrónica involucra a una gran variedad de aparatos, especial preocupación despiertan las tecnologías de información y comunicación porque es la industria de más rápida obsolescencia, porque tienen un alto grado de innovación en el diseño de los dispositivos, ya sea en cuanto a materiales, tamaño, velocidad o prestaciones. Los aparatos son reemplazados cada vez con mayor frecuencia por otros similares, más pequeños, más rápidos, más chatos, con más servicios.
El aumento de las cifras en la región es indiscutible. En América Latina, los desechos electrónicos o RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos) se pronostica que crecerán un 17,5 por ciento en los próximos años, de 4.22 kilotones en 2012 a 4.96 kilotones en 2015, según datos de la Universidad de Naciones Unidas. En números de producción se destacan Brasil con más de 1600 kilotones, México con 1200 kilotones y Argentina con alrededor de 500. Según la misma fuente en 2012 se generaron alrededor de 50 millones de toneladas de desechos eléctricos y electrónicos. Debido al aumento del uso de la tecnología móvil, esta cifra ascenderá a los 57 millones en 2015, de los cuales alrededor del 9% – unos 5 millones – corresponderá a los países de América Latina y el Caribe.
Reciclado, recupero, reuso y responsabilidades
El reciclado y recupero de los RAEE está relacionado con un modelo de desarrollo sustentable, que involucre políticas de cuidado del medio ambiente, y también un consumo responsable que revise prácticas muy arraigadas en nuestra cultura. “Los tres pilares que sirven de base para construir una responsabilidad de RAEE en las sociedades, son las políticas públicas, el principio de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) y el compromiso ciudadano” enumera Gustavo Protomastro, experto argentino, en el libro Los residuos electrónicos: un desafío para la sociedad del conocimiento en América Latina y el Caribe. En la misma edición Federico Monteverde, de Uruguay, define al tema como capilar “ya que las responsabilidades son transversales a todos los actores, en distintos niveles de constitución de lo político y lo social”.
Una primera instancia en la que se puede abordar el tema es en la producción de los aparatos. Los aparatos tecnológicos contienen metales pesados como cadmio, bromo, mercurio, arsénico y plomo que generan sustancias químicas tóxicas y contaminantes. Al mismo tiempo, materiales valiosos que van desde plásticos hasta metales como oro, plata, platino o cobre, que pueden ser recuperados.
Respecto de los materiales tóxicos, numerosos países adhieren a la medida llamado Rosh – del inglés restriction of hazardous substances –, que restringe el uso de sustancias contaminantes en la industrialización. En cuanto a los materiales que tienen un valor económico, se utiliza hoy el concepto de “minería urbana” para definir la acción de recuperar minerales en los RAEE y reinsertarlos en una economía circular. Esto implica, según Gustavo Protomosatro, la modernización de la industria de los residuos y la capacitación de los recicladores.
En un segundo nivel, cuenta con mucho reconocimiento y difusión como política pública, la responsabilidad extendida del proveedor (REP) que es la retoma de productos por parte del proveedor a su costo, un mecanismo que induce a los proveedores a diseñar productos menos contaminantes y a su vez a prever estrategias que faciliten el reciclado. El informe e-waste en América Latina, recientemente difundido por la GSMA (Global System Mobile Association) que representa a los operadores móviles del mundo, revisa diferentes iniciativas de recupero en América Latina. El estudio de casos incluye proyectos de Uruguay, Panamá, Perú, Chile, México, Brasil, Argentina, Ecuador y El Salvador desarrollados entre 2009 y 2013. El informe destaca el papel que los operadores móviles están jugando para mejorar la gestión de los desechos electrónicos en toda la región a través de proyectos que realizan de forma voluntaria. A la vez destaca la carencia de marcos regulatorios referidos específicamente a los desechos electrónicos.
En un tercer lugar aparece el re-uso, esto es la extensión de la vida útil de los equipos. En ocasiones estos emprendimientos están asociados al reacondicionamiento para apoyar la reducción de la brecha digital. Existen en América Latina experiencias que abordan el problema desde la perspectiva social, brindando una solución técnica al problema del reciclado pero haciendo foco en el recupero de los aparatos para iniciativas sociales.
En cuanto a las políticas públicas, los países de la región cuentan con dispares recorridos en la materia pero el tema ha ingresado en las agendas de los gobiernos. “Las montañas de RE están creando un problema ambiental a nivel global, al tiempo que las naciones, las empresas y los gobiernos locales enfrentan el desafío de asegurar una disposición segura de los equipos descartados. Se advierte, no obstante, una presión global para solucionar el problema de los desperdicios electrónicos de una forma responsable con el medio ambiente, señala Monteverde.
En relación al compromiso ciudadano, la problemática involucra también el consumo sustentable, que es una tarea de toda la sociedad, desde el desarrollo de productos sustentables hasta su reciclaje al fin de su vida útil. En este punto final se vuelve fundamental el acceso a la información, a mensajes claros en cuanto al valor del recupero, y en información precisa sobre procedimientos de reciclado. Recursos informativos como www.dondereciclo.org.ar resultan un ejemplo de posible acción en ese sentido.
Articulaciones regionales
En la última década el tema fue adquiriendo visibilidad institucional en la región, en un contexto de creciente, aunque aún insuficiente, toma de conciencia respecto del cuidado del medio ambiente. Con los problemas asociados a los niveles de consumo de tecnología por un porcentaje cada vez mayor de la población que, si bien avanza en la inclusión digital y favorece el acceso a la información y el conocimiento, sobrevienen también aspectos negativos e indeseables.
En el año 2004 el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) apoyó el Proyecto de investigación aplicada sobre reciclaje de computadores en América Latina y el Caribe, liderado por la organización chilena SUR Corporación de Estudios Sociales y Educación. El proyecto se inició con el objetivo de revisar la llegada a la región de tecnología usada en países desarrollados y evaluar la calidad de lo que estaba ingresando.
En ese contexto se creó la Plataforma regional sobre residuos electrónicos de PC en Latinoamérica y el Caribe (RELAC) con el objetivo de fomentar, articular y difundir iniciativas que promuevan soluciones para la prevención, adecuada gestión y correcto tratamiento final de los residuos electrónicos de computadoras en Latinoamérica.
Uca Silva es una referente de la región en TIC, residuos electrónicos y reciclaje de computadoras. Proveniente del campo de la comunicación, es la responsable de RELAC. Actualmente es además consultora de UNID, un proyecto de Naciones Unidas para el desarrollo industrial sobre residuos eléctricos y electrónicos en países de la región. Entrevistada con el fin de recorrer la historia y conocer el avance del tema en la región, Silva relata que “la Plataforma se inicia con apoyo de IDRC para un proyecto de computadores para educar. La preocupación central era que estaban ingresando a través de donaciones de países desarrollados tecnología que no estaba del todo claro si incluía algún tipo de basura” narra Uca. Luego de realizar las investigaciones y generar proyectos de reacondicionamiento, verificaron quiénes recibían y quiénes mandaban esas donaciones. “Eran generalmente proyectos sociales bien constituidos pero en ese proceso nos dimos cuenta que se iniciaba un nuevo problema en Latinoamérica que era el de los residuos electrónicos”. Y aclara: “Decimos ‘residuos’ y no ‘basura’ porque los residuos están compuestos por elementos de valor. Al mismo tiempo tienen elementos que son tóxicos, contaminantes y peligrosos que deben tratarse”.
El apoyo de IDRC se extendió hasta el año 2012 y permitió que el tema se instale en la región. Uca distingue como producto de esa asociatividad, “el tema de la sociabilidad, porque empezamos a trabajar con públicos, privados, nacionales, internacionales, con una articulación de actores de distinta índole, lo cual hizo que ganemos impacto”. Luego se sumó el EMPA (Instituto Federal Suizo de Investigación y Prueba de Materiales y Tecnologías).
Se realizaron diversas reuniones en distintos países y hubo encuentros en Brasil, Costa Rica, México, Panamá, mientras que la institucionalización del tema iba en aumento. En 2006 la Organización de Estados Americanos expresó en la Declaración de Santo Domingo: Gobernabilidad y desarrollo en la sociedad del conocimiento, “su voluntad de cooperar y de establecer medidas adecuadas para prevenir y mitigar el impacto ambiental de los productos relacionados con las TIC durante su ciclo de vida y en la etapa de su reciclaje y desecho, de conformidad con el derecho internacional”. En el mismo año se firmó el Acuerdo de políticas del Mercosur, que mandaba a sus estados miembro (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) a tomar medidas nacionales que aseguren que los productores e importadores asuman la responsabilidad por sus productos luego de la venta y uso.
En 2008, durante la Conferencia Ministerial de San Salvador en el marco del Plan de acción regional de eLAC2010 se aprobó la creación de un grupo de trabajo sobre residuos tecnológicos en busca de cumplir con el objetivo 82 de la Conferencia de “promover el diseño de estrategias nacionales y la reglamentación sobre el manejo de los residuos tecnológicos para responder al impacto ambiental que causan y aprovechar su potencial en programas de reciclaje y reacondicionamiento, entre otros, así como crear un grupo de trabajo sobre este tema”.
Párrafo aparte merece la convocatoria que también en 2008 realizaron de manera conjunta RELAC y el sector de comunicación e información de la Oficina regional de ciencia de la UNESCO para América Latina y el Caribe. La propuesta fue el seminario “Residuos electrónicos: un nuevo desafío de la sociedad de la información” en San Isidro, Argentina, con el objetivo de intercambiar experiencias y sumar aportes de expertos/as de países del MERCOSUR y de la región. Del intercambio surgen las Recomendaciones de San Isidro, un documento que incluye acciones a realizar y compromisos asumidos por quienes participaron.
“El trabajo con UNESCO en San isidro fue realmente interesante porque abordó especialmente el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación” subraya Uca Silva. “Cuando se habla de residuos electrónicos generalmente se involucran 10 o 12 categorías, que abarcan desde los monitores a la línea blanca, la línea marrón o la línea gris. En general las reuniones, excepto la primera que hicimos por el tema de las donaciones y los programas de computadoras para educar, tratan sobre los sistemas de gestión de residuos en general y los ciclos de vida. El trabajo con UNESCO se enfocó en las computadoras, el desarrollo de la sociedad de la información y su responsabilidad”. Las ponencias de dicho encuentro se encuentran recopiladas en un libro que incluye además la legislación en debate en aquel momento en América Latina y el documento de recomendación producto de la reunión.
En la misma línea, en marzo de 2011 se realizó en Medellín, Colombia, una reunión internacional sobre “Armonización regional para la gestión de los RAEE en América Latina”. En esa reunión se produjo un documento titulado Lineamientos para la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) en Latinoamérica que “es el producto más relevante que tiene la plataforma RELAC” según Uca. “El documento incluye guías para formular un modelo de gestión integral de residuos eléctricos y electrónicos, con referencia a todo un conjuntos articulado de operaciones y regulaciones operativas, financieras, educativas, y de monitoreo. Desde la producción de los aparatos o de los equipos, hasta la disposición final. Tiene los conceptos y las figuras más relevantes de la gestión integral. Es un diálogo público-privado y es también una propuesta de trabajo”.
De la elaboración del documento participaron representantes de 14 gobiernos latinoamericanos, 8 participantes del sector privado y 6 organizaciones de la sociedad civil. Contó también con la participación de representantes regionales del Convenio de Basilea, que regula el movimiento transfronterizo de residuos peligrosos. Excepto las representaciones nacionales, Silva destaca que las demás fueron todas representaciones regionales. “Cuando participan Dell o Sony, lo hacen las representaciones de Latinoamérica, lo cual es interesante porque el trabajo adquiere un nivel más macro”.
Silva sostiene que el impacto de estas reuniones en cuanto a políticas públicas es muy alto. Este documento fue utilizado en la definición de políticas públicas de varios países, especialmente en países que no tienen muy elaborados sus sistemas normativos. A su vez la Plataforma, como proyecto de registro de información, es un referente de información y comunicación sobre el tema. “Pero lo más valioso de las reuniones es la posibilidad de juntar en un espacio y armar diálogo entre sectores públicos, privados y sociedad civil”, agrega.
Hay 6 países en la región que cuentan con legislación: México, Costa Rica, Brasil, Chile, Perú y Ecuador. Y de alguna manera Argentina que tiene leyes provinciales. Son entonces 7 países que en distinto grado y forma tienen regulaciones. No hay ninguna igual a la otra en el tema de las normativas de residuos electrónicos.
De acuerdo a la entrevistada, el país que está haciendo su trabajo normativo más intenso es Perú y es el último que ha implementado norma. Brasil, de otro orden, ya está discutiendo otros temas como la revalorización y el tema de poder tener refinerías. “Un gran tema para Latinoamérica porque implica recuperar material de valor que hoy se hace afuera. Hoy esos elementos de valor se envían a refinar a Bélgica. Eso eleva costos, por supuesto. Nuestra dependencia en la minería secundaria o minería urbana es bastante grande. Entonces hay una gran preocupación, un deseo de innovar en Latinoamérica que tiene que ver con la posibilidad de implementar refinería acá. Claro que la situación no es la misma en cada país”, destaca Uca.
América Latina ha sido redescubierta en esta área hace poco tiempo. Hace dos o tres años que han entrado actores internacionales porque se dieron cuenta de que hay una generación de residuos bastante grande y que tienen valor. Poder y negocios son dos temas relevantes cuando se habla de residuos electrónicos.
Es destacable como un eje importante en el tema la gran innovación que presenta el campo de las TIC, ya que es la innovación la que exige el recambio, cada vez más y en menos tiempo. Otra arista es la producción de equipos en proyectos de inclusión digital, como es el caso del Plan Ceibal en Uruguay o Conectar Igualdad en Argentina, que hacen una provisión relevante de computadoras en los colegios y eso debe ir acompañado de una política de recuperación. La publicación Gestión de RAEE derivados de proyectos de dotación masiva de equipamiento destaca, en este sentido, los proyectos de dotaciones masivas en Perú, Argentina, Venezuela y Ceibal.
Al mismo tiempo, el tema de la brecha digital fue quedando afuera porque todos los proyectos de reacondicionamiento no están recuperando equipos. Y las organizaciones compran equipos, por el bajo costo y la poca duración de los proyectos. “El tema es cómo resolvemos eso, que se contradice con lo que decimos del reuso y la recuperación. Porque sólo se recuperan los equipos que son fáciles de recuperar. Hay otros equipos que no es posible recuperar, porque no se consiguen las partes por ejemplo. Hay muchos gestores nuevos que están en una etapa innovadora, generalmente son PYMES con gente joven que está haciéndolo con mucho esfuerzo. Y a la vez están trabajando con las grandes empresas norteamericanas y canadienses que son las que recuperan y se llevan muchos elementos”, señala Uca.
De los 22 países en Latinoamérica, sólo 6 tienen legislación. Los sectores informales son uno de los principales responsables de la recuperación de los residuos. “Y ese es un riesgo bastante grande porque recogen los elementos de valor y tiran lo demás”, advierte Silva. Esto significaria no tener un tratamiento final para los residuos peligrosos como las lámparas de mercurio de bajo consumo, que deben tener un tratamiento de mayor cuidado y no se deben tirar a la basura. “Son innovaciones tecnológicas que traen algunos riesgos que la población tiene que saber. No solamente se pueden mostrar los beneficios”, agrega.
En cuanto a buenas prácticas en América Latina, Silva indica que pueden encontrarse en las empresas que hacen procesos integrales y gestionan todo el recupero, si bien reconoce que en Latinoamérica el tema de la prevención no es tan claro. Otra buena práctica que destaca es la de trabajar los residuos en su fuente. Por último, el reuso: reusar y no desechar.
Queda mucho por hacer en la región. Al respecto, Silva señala que “hay puntos bastante débiles en términos de sensibilizar, de educar a cada población en lo que esto significa. Los mensajes han sido confusos. La gente no sabe quién recupera, quién gana, la gente no quiere botar sus cosas porque las considera de valor, no quiere regalar cosas de valor, y tampoco quiere regalar a alguien que va a ganar dinero con eso. Esto demuestra que hay que definir temas muy claramente, sobre todo en nuestra región donde la cultura de la gestión del reciclaje o la cultura de la sustentabilidad se está recién armando”.
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