Artículo publicado en La Revista Agraria Nº 140. CEPES, Mayo de 2012.
Cuando jóvenes emprendedores logran un mayor impacto que el órgano estatal encargado (el FITEL) en la expansión del acceso a internet en zonas rurales es señal de que hay nuevas posibilidades que considerar.
Si usted hiciera un recorrido por la selva, yendo desde Moyobamba hasta Tingo María y de ahí hacia Pucallpa, advertiría la enorme necesidad de la población respecto al acceso a internet. El impacto de las carreteras construidas fue elemento clave para que algunas zonas pasaran de cultivos ilegales (con fuerte presencia del narcotráfico y grupos terroristas) a cultivos alternativos. Los programas de desarrollo que permitieron esta transición requieren, como fundamental complemento para consolidarse, la mejora de los servicios de comunicación.
Es notable la expansión de celulares en las zonas rurales. Sin embargo, los gobiernos locales, cooperativas y asociaciones de productores (que las hay y muchas en esta zona de la selva, principalmente de cacao, café y palma), colegios, empresas y población demandan acceso a internet de banda ancha, es decir, de buena velocidad.
Una demostración del aumento de esta demanda es la aparición de proveedores locales que instalan torres de elevación y antenas para llevar el internet desde las ciudades hacia las zonas rurales. En muchos casos la tecnología inicia su recorrido en jirón Paruro, el polo electrónico de Lima, llega a Tingo María y desde ahí lleva el internet hasta Tocache, cruzando la cordillera azul, mediante enlaces inalámbricos implementados por ingenieros (o ingeniosos). Este tipo de iniciativas está en pleno crecimiento.
En la actualidad, las empresas Claro y Movistar están apuntalando sus esfuerzos en la expansión de celulares. Sin embargo, para tener acceso a internet de banda ancha, las zonas rurales no deberían esperar la atención del próximo operador que ingrese al mercado. Existen pequeñas empresas de telecomunicaciones que tienen la intención de invertir y brindar servicios en las zonas rurales, y ante ello se necesitan políticas gubernamentales que las apoyen de manera prioritaria.
El viceministerio de Comunicaciones debería facilitar el otorgamiento de licencias a estos proveedores rurales de internet para que no tengan problemas con Telefónica u otros operadores que los acusan de “piratas”, pues muchos de ellos alquilan internet en la ciudad para luego “revenderlo” en el campo, vía enlaces inalámbricos (torres y antenas).
Otra acción de apoyo a la conectividad de la selva es desenmarañar lo que esté amarrado para que la fibra óptica empiece a funcionar. En Tarapoto, Tingo María, Pucallpa y otras ciudades importantes, el internet está altamente saturado por lo que se producen cortes y lentitud. Esto se debe a que la conexión con Lima se realiza usando enlaces microondas que ya no soportan el tráfico de datos. En Pucallpa, desde el pasado mes de diciembre, el cable de fibra óptica ha llegado a la ciudad usando la red de transporte de energía eléctrica (las torres de alta tensión); sin embargo, hasta el momento no se pone en operación, al parecer, por cuestiones burocráticas. La fibra óptica, que tiene una capacidad infinitamente mayor a la actual, permitirá tener banda ancha en las ciudades. Los proveedores locales de enlaces inalámbricos la llevarán a las zonas rurales. Así, la Universidad Nacional de Ucayali, ubicada a siete kilómetros de la ciudad, por fin podrá contar con una conexión de banda ancha.
El desarrollo social y económico requiere de internet. Las empresas de telecomunicaciones (grandes y pequeñas) harán lo suyo. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones y el FITEL tienen una oportunidad para promover el cambio hacia una conectividad acorde con el año en que vivimos y la inclusión digital rural que queremos.
Este artículo es producto de un diagnóstico para el Programa de Inclusión Digital de CEDRO. Este Programa busca promover el acceso a banda ancha en zonas de la selva peruana en donde hubo una fuerte presencia del narcotráfico y de grupos terroristas.
CEDRO es una ONG peruana que aporta a los planes de desarrollo alternativo y su Programa de Inclusión Digital busca la consolidación de asociaciones y cooperativas agrarias de café, cacao y otros cultivos alternativos al sembrío de hoja de coca que se destina al narcotráfico.