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Varias veces he escuchado la frase “El que nada debe, nada teme” o “¡a mí que me esculquen, yo no tengo nada para ocultar!” como una decisión de resignarse ante el enorme poder de vigilancia que tiene la tecnología, pero ¿es imposible hablar de privacidad en tiempos de tecnología?

En tiempos de relojes inteligentes, tatuajes que miden el nivel de glucosa en el cuerpodeportes de realidad virtualpublicidad por geolocalización y citas a un clickpodría pensarse que vivir conectadas y tener privacidad es algo imposible ¿lo es?

Nos hemos acostumbrado a las charlas sobre el gran hermano y 1984. Las novedades son pan diario y llegan en mayor cantidad y a mayor velocidad. La capacidad de la tecnología y los sistemas sobrepasan nuestro entendimiento y por eso muchas personas se sumen en la preocupación y en general ha aumentado la credibilidad de mundos post-apocalíptico, antes imaginados en la literatura y el cine, como Un Mundo Feliz, Terminator, Robocop y otros.

Parece que cuando compramos un celular, damos por hecho que ese pequeño dispositivo guardará todos nuestros secretos, los contactos más importantes, las conversaciones picantes y nos acompañará a todas partes. Creemos que así es, así siempre ha sido y así será. Este dispositivo tan personal nos hace sufrir mucho. Un robo, la pérdida del dispositivo, es algo que lamentablemente hemos vivido y recuperarse de ello es tedioso. No todas las personas tenemos en cuenta qué hemos hecho y qué no día tras día hora tras hora en el celular. Parece que la Huella Digital no está presente en nuestra memoria porque no es algo material y “no afecta”, aparentemente.

Gracias a la tecnología, el impacto de miles de programas es mayor. Llegar a 5.000 personas presencialmente tiene costos y esfuerzos que se reducen en la virtualidad. También ha generado oportunidades laborales, educativas, sociales y ha visibilizado miles de ideas en el mundo, aumentando las conversaciones y compartiendo recursos de todo tipo. No podemos olvidar que la tecnología es una ventana muy importante para la materialización de derechos humanos, pero hay que considerar los riesgos.

Ante la probabilidad de que alguien más intente mirar nuestros chats de Whatsapp sin permiso, tal vez revisar nuestras fotos en Instagram o los viajes guardados en Uber, se nos ocurre que un patrón o una clave de bloqueo puede protegernos, pero no estamos preparados para cosas más sofisticadas. Pensar en un virus espía que copia todo lo que hacemos en el celular o en un controlador remoto que puede borrar archivos como si el dispositivo estuviera poseído suena como algo de un mundo lejano (tan lejano como México).

- El que nada debe, nada teme, a mí que me revisen. -

- ¿Si yo pudiera conocer su sueldo, sus deudas, cuánto y en qué gasta, dejaría que lo revise?

¿Si yo pudiera conocer su estado de salud, sus alergias, sus medicamentos y futuros diagnósticos, dejaría que lo revise?

¿Si yo pudiera conocer sus rutas para ir al trabajo, su duración, sus paradas, los lugares que más frecuenta y cuánto permanece allí, dejaría que lo revise?

¿Si yo pudiera conocer la cantidad de sus encuentros sexuales, la frecuencia, sus nombres, su ubicación y duración, dejaría que lo revise? - A lo mejor... no.

Bueno, si no quisiera que yo conociera esta información, ¿le gustaría que la tenga el Estado, los bancos, empresas de telecomunicaciones, empresas privadas, aplicaciones y terceros? Todo puede comenzar por preguntarse: ¿quién tiene acceso a su información y datos almacenados en su celular, qué pueden hacer con ellos y cómo los almacenan?

Links de interés para iniciar en el mundo de privacidad y seguridad en línea:

Aplicación Piensa En TIC

https://securityinabox.org/es/

http://dominemoslatecnologia.org/es/recursos

https://socialtic.org/herramientas/