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Es extraño pensar que dos de las discusiones más importantes de hoy se centran en el mismo concepto: consentimiento. Por un lado, todo el movimiento #MeToo ha ayudado a resurgir en la opinión pública a un debate antiguo y nunca superado sobre el consentimiento sexual, y por el otro, el escándalo político de Facebook-Cambridge Analytica ha demostrado (una vez más) el inútil ejercicio de consentimiento sobre el uso de nuestros datos en sociedades de datos dominadas por los manejos de compañías transnacionales de datos.

Sin embargo, mientras estas dos discusiones ocurren al mismo tiempo, los vínculos entre ellas son casi inexistentes. Además, cuando hablamos de nuestras prácticas sexuales mediadas por plataformas (sexting, aplicaciones de citas, etc.), la discusión sobre cómo estos dos tipos de consentimiento chocan y las complejidades que surgen después casi siempre se ignoran. Por ejemplo, en el debate político sobre NCII (difusión no consentida de imágenes íntimas), la falta de consentimiento se considera o bien como un delito sexual o como un mero problema de protección de datos y privacidad.

Con el fin de arrojar una luz al respecto, lanzamos la investigación "Consentimiento y nuestros cuerpos como dato: lecciones de las teorías feministas para la protección de datos". El objetivo fue explorar cómo las opiniones y teorías feministas sobre el consentimiento sexual pueden nutrir el debate sobre la protección de datos en el que el consentimiento, entre los inútiles botones para expresar "Acepto", parece vivir en un vacío significativo.

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Imagen de GenderIT.org