Hemos escuchado acerca de la brecha digital por décadas. Su urgencia como parte de una agenda va y viene, pero en el contexto de la pandemia del COVID-19, la conversación acerca del acceso equitativo a las comunicaciones digitales ha tomado un rol protagónico dentro de las agendas más urgentes.
Si bien la conectividad ha sido inmensamente importante para quienes han podido cosechar sus frutos, es en estos tiempos de crisis en que es posible observar que la misma está fuera del alcance de una parte considerable del planeta. Con esta urgencia, existe también la necesidad de reconocer una innegable paradoja del acceso a internet: también puede facilitar la violación de derechos humanos y erosionar la autodeterminación cultural.
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