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Me gustaría que imaginen que están entrando en una montaña muy, muy grande sin ningún tipo de conexión, sin teléfonos celulares y sin electricidad. También quiero que imaginen que en esta comunidad, la distancia entre las casas, a pie, es de entre ocho horas y dos días”. Así fue como Kemly Camacho, cofundadora de la cooperativa Sulá Batsú, presentó el entorno de alrededor de 800 personas que viven en el Alto Pacuare – una hermosa región montañosa de Costa Rica, atravesada por el río del mismo nombre, que ha sido el hogar de la comunidad indígena cabécar durante varios siglos. Esta presentación tuvo lugar durante una sesión realizada en el Foro de Gobernanza de Internet (FGI) de este año.

El FGI es el evento multisectorial de gobernanza de internet más importante de Naciones Unidas, de modo que no fue casual que Kemly Camacho comenzara su ponencia de esta forma. Entender las diferentes realidades que se viven en cada lugar es fundamental para poder mostrar las desigualdades en relación al acceso y Kemly pensó que, probablemente, la mayor parte de su público vive en circunstancias privilegiadas. Pero eso no es todo: a lo largo de su charla, Kemly hizo referencia a la diversidad de conocimientos, tecnologías y formas de vida de la comunidad cabécar en relación a su ambiente. La presentación del punto de vista del pueblo cabécar, con su consentimiento, fue en sí misma un recordatorio fundamental para construir una gobernanza de internet que contemple esta diversidad.

En este sentido, todas las personas tenemos mucho que aprender de este inspirador proyecto que Sulá Batsú llevó a cabo en esa comunidad, junto con la Asociación de mujeres cabécar del Alto Pacuare, en Costa Rica. En conjunto, crearon una red radiofónica para la comunicación local y una plataforma para reunir y archivar la sabiduría de las mujeres en su propia lengua – el cabécar. Todo ello como parte de un proceso que apunta a movilizar tecnologías y comunicaciones a fin de fortalecer la voz y la capacidad de incidencia de las mujeres locales, además de reflejar el impacto que puede tener la conectividad a internet. El proyecto ha tenido un impacto significativo tanto en la comunidad como en Sulá Batsú, y la alianza entre ambas sigue sembrando cambios.

Actividad de Sulá Batsú y la Asociación de mujeres cabécares de Alto Pacuare en 2023. Sulá Batsú actúa a través de diversas líneas de trabajo: tecnologías digitales, arte y cultura, gestión de conocimientos y solidaridad económica. Siguen operando asociadas a la Asociación de mujeres.

Negociar con las tecnologías del hombre blanco

Como se trata de una cultura matrilineal, las ancianas del territorio Cabécar de Alto Pacuare son las que gobiernan a su pueblo. “Son la cabeza de su familia extendida y quienes ayudan a decidir qué plantar, cuándo cosechar, qué animales criar, entre otros aspectos fundamentales de la vida familiar y comunitaria”, explican Sulá Batsú y la Asociación de mujeres en un informe sobre la iniciativa Redes locales que se llevó a cabo en 2022 para complementar el trabajo realizado en esta comiunidad desde 2018.

Estas ancianas, junto con otras mujeres de la comunidad, decidieron formar la Asociación de mujeres cabécar del Alto Pacuare hace casi diez años para poder prestarse apoyo entre ellas y empezar a realizar proyectos comunitarios juntas. Hoy, la asociación se compone de 30 mujeres jefas/líderes.

Uno de los proyectos de las mujeres fue la construcción de la jutzini, que significa “casa de las mujeres” en lengua cabécar y es el espacio que tienen para encontrarse y conversar. Actualmente, la jutzini es el lugar donde se encuentra la radio.

Además, estas jefas comunitarias están muy preocupadas desde hace varios años por el impacto que puede tener internet en su territorio y su cultura, que ha sido preservada durante más de 500 años en la región, a pesar de la colonización de América Central.

¿Pero qué es eso que se llama internet? ¿Cómo funciona y qué puede pasar si llega a esta comunidad? Las mujeres de la asociación sentían una gran dificultad para tomar decisiones y guiar a su pueblo en relación a una tecnología completamente foránea a la que llaman okamasuei – o “tecnologías del hombre blanco”, o “tecnología que no ocurre en/con la naturaleza". También las inquietaba el riesgo de que se utilizara la conectividad a internet para robar su conocimiento ancestral con fines lucrativos para otros/as, ya fueran individuos o empresas, como ya sucedió con muchas otras comunidades indígenas del mundo. Pero como sabían que, para bien o para mal, internet llegaría a su comunidad de todas formas, quisieron saber más sobre cómo funciona y cómo negociar con okamasuei de una forma que resultara útil para su pueblo y su cultura.

El proyecto, que tiene una alianza histórica con la cooperativa Sulá Batsú, surgió en 2022 como una oportunidad para el intercambio de conocimiento y la construcción de una infraestructura de comunicaciones gestionada por mujeres, con una estrategia informada en las necesidades e intereses de su comunidad.

El hecho fue que los materiales necesarios para la instalación de una infraestructura de internet estaban en lenguas que no son las de ellas y los procesos de desarrollo de conocimiento estaban muy alejados de su cultura, lo que no ayudaba a esta comunidad a tomar el tipo de decisiones informadas que estas mujeres deseaban. “Imaginarlas es muy difícil. Tan difícil como lo es para nosotros/as imaginarnos caminando por las montañas, sin luz, sin un sendero marcado, durante unas 10 o 12 horas sin perdernos entre plantas y animales”, explica Kemly Camacho. “Utilizamos metáforas basadas en la naturaleza, modelos realizados con materiales locales, historias, y le dimos nombres adecuados a cada uno de los componentes”, agregó. Además de entender cómo funciona la conectividad de internet, “tuvimos largas y preciosas conversaciones en torno del fuego y de comida sobre el impacto que puede tener okamasuei en la vida cotidiana”.

Gracias a una alianza horizontal basada en la valoración de diversos tipos de lenguas, unas 50 mujeres de Alto Pacuare adquirieron nuevos conocimientos sobre tecnologías digitales, estrategias de comunicación e información, funcionamiento de internet, soberanía de internet y extractivismo, según el informe. Y utilizaron esos conocimientos para tomar decisiones que fomentaran el desarrollo de su comunidad. Sulá Batsú, por su parte, obtuvo nuevos conocimientos para reflexionar sobre la forma de diseñar alternativas de comunicación desde una cultura oral, matrilineal y no hispanohablante con conocimientos ancestrales extraordinarios en Costa Rica .

Fotos: Cortesía de Sula Batsú

Tomar decisiones sobre la infraestructura local

Tomando en cuenta la decisión de las mujeres locales, en lugar de construir una red comunitaria de Wi-Fi conectada a internet, se priorizó otra forma de comunicación comunitaria: una red radiofónica que implica walkie-talkies y un servidor local para almacenar el conocimiento colectivo de la comunidad.

En relación a esta decisión, Sulá Batsú expli que la construcción de antenas ya había generado dudas desde el principio. La pregunta de cuántas personas se beneficiarían en total, además de las dificultades que implica ocuparse de dispositivos que se encuentran en lenguas incomprensibles (español o inglés), generaron gran inquietud entre las mujeres, por lo que finalmente decidieron que no tenían interés en las antenas.

Sin embargo, la posibilidad de contar con una red radial, con walkie-talkies, despertó un gran entusiasmo. Las radios, distribuidas por todo el territorio y en manos de las mujeres, constituirían un beneficio para las 800 personas que integran la comunidad. Se podrían generar cápsulas de información y las personas podrían comunicarse una a una, o en grupos.

También decidieron contar con un servidor local para alojar una plataforma en línea en su intranet. La plataforma, cuya función es similar a la de un sitio web, reúne y archiva conocimiento local sobre diferentes aspectos de la vida comunitaria, desde cultivos, hasta medicina natural, así como sobre la cosmovisión cabécar. El contenido es creado por gente local que se encuentra en proceso de aprendizaje sobre el uso de un computador. La plataforma recibió el nombre de Okamasuei.

La infraestructura con la que cuentan actualmente incluye 20 kits de walkie-talkies, paneles solares, baterías, cargadores y una radio. La jutzini – la casa de las mujereses donde se aloja la base radiofónica desde la cual se trasmiten las cápsulas de audio a la comunidad. También cuenta con un centro de carga solar y un servidor local donde se centralizan y se comparten los datos de la plataforma de contenidos Okamasuei en una red interna con cuatro computadores, disponibles para el acceso únicamente desde el área comunitaria. Se elaboró una estrategia de comunicación basada en las prioridades del pueblo cabécar y se difundieron algunos compromisos, con deberes y derechos, entre todos los miembros de la comunidad.

Pero el éxito principal de este proyecto no es la infraestructura tecnológica. A lo largo del camino, Sulá Batsú se dio cuenta de que la tecnología no se podía desarrollar correctamente sin contar con una fuerte organización de las mujeres. Realmente, los logros son muchos, pero me gustaría destacar sobre todo la forma en que se fue construyendo el liderazgo de las mujeres a partir de una reflexión profunda sobre el impacto que podría tener en la comunidad el uso de una tecnología totalmente externa. Y también la reflexión que se hizo sobre todas las acciones de resistencia que habría que poner en práctica para permitir lo que se quiere, y no permitir lo que no se quiere”, explicó Kemly Camacho. “Pasamos de creer que se trata de un proyecto tecnológico, a querer fortalecer la organización y el liderazgo de las mujeres mediante el uso de tecnologías, pero no sólo con eso”, agregó.

Este artículo es una versión de la información que compartió Sulá Batsú como parte del proyecto Conectar lo no conectado: apoyo a las redes comunitarias y otras iniciativas de conectividad con base en la comunidad, para la columna Sembrando cambios, que presenta las experiencias de los miembros y socios de APC que recibieron fondos a través del programa de subsidios “Conectar lo conectado” y de otros fondos que se otootorgan a través de otros proyectos e iniciativas de APC.

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