"Este trabajo de recuperación de la memoria está lleno de afecto, nos hacen revisitar procesos personales, ver qué camino hemos andado y qué queda de nuestras huellas".
Eran de Brasília, Goiânia, Belo Horizonte, São Paulo y otros pueblos y ciudades de Brasil. Era el año 2005 y todas las personas estaban en listas de correo y salas de chat IRC. Ellas se reunían en espacios centrados en mujeres y tecnología, y de allí surgió Birosca, un vibrante movimiento feminista brasileño que existió desde 2005 hasta 2012 y llegó a tener su propio servidor, llamado Baderna en honor a Marieta Baderna, una bailarina de Río. Además, Baderna significa “perturbación” en portugués, lo que hace alusión a cómo se percibe a menudo este movimiento.
Cristina "Kit" Barretto de Menezes Lopes formó parte de Birosca desde el principio. "Aprendí muchísimo", dice, entre risas: "Tenía un automóvil, así que a veces me ocupaba del transporte de las múltiples necesidades que iban surgiendo". Menezes valora profundamente esos años en Birosca y repasa esos años en su nuevo documental Birosca: Cuidado, mujeres y tecnología.
Ella forma parte de la primera generación de beneficiarias de los pequeños subsidios #TechJoy del Programa de derechos de las mujeres de APC, que facilitó la producción de este documental de media hora de duración, durante los primeros seis meses de 2024. "Este trabajo de recuperación de la memoria está lleno de afecto", relata. "Estas relaciones nos hacen revisitar procesos personales, qué camino hemos andado y qué queda de nuestras huellas".
Construir una internet de posibilidades
"La idea de una internet libre y autónoma fue puesta en práctica por corazones jóvenes y vibrantes que plantaron semillas"
El año 2005 fue un momento particular en la historia de internet. En Brasil, el gobierno apoyaba la inclusión digital y la adopción de software libre y de fuente abierta. En el documental, Menezes entrevista a varias integrantes del colectivo, una de ellas recuerda que nadie utilizaba un nombre de usuario/a o una clave para publicar en el sitio web. Internet aún era un espacio abierto. Resulta difícil recordarlo ahora, pero no fue hace tanto tiempo.
"Fue un momento muy importante que marcó el inicio de la popularización de internet", escribió Menezes en el informe sobre el proyecto para APC. "Este punto de inflexión de la red que permitió amplificar voces silenciadas y facilitó nuevas formas de organizarse. La idea de una internet libre y autónoma fue puesta en práctica por corazones jóvenes y vibrantes que plantaron semillas".
Birosca empezó con un grupo de mujeres que participaban en la Global Network of Independent Media Centres, más conocida como Indymedia, un sitio web dedicado al periodismo ciudadano y el primer software libre del mundo, según una entrevistada del documental. Como el espacio creció, "sentimos la necesidad de crear un espacio para las mujeres en la tecnología", explica en la película Isabela "Toya" Fernandes, una de las fundadoras de Birosca.
Como colectivo transfeminista, trabajaron en varios asuntos tecnopolíticos que aún nos desvelan hoy en día, entre ellos los monopolios privados, el uso de software libre y las restricciones impuestas por las grandes corporaciones. El colectivo se proveía su propio servicio de correo electrónico para dejar clara su postura política. Del mismo modo, el uso de software libre como Cinelerra para realizar edición de video (a pesar de que fallaba mucho) y de Audacity para editar archivos de audio formaban parte de su posicionamiento político. Trabajaban con hardware y software (tanto equipos como programas) y eran autónomas.
Cuando grababa las entrevistas, Menezes escuchó que se repetía una frase que se le quedó grabada en la memoria. Varias mujeres mencionaron que con el trabajo en el colectivo "aprendimos a aprender, porque nos brindábamos apoyo entre nosotras, y contábamos con nosotras mismas. En buena medida se trataba de allanarnos el camino, elaborando los tutoriales que no existían. Aprendimos, así que pudimos enseñar. Fue un proceso de gran generosidad: con nosotras mismas, con las demás personas, con el proceso en sí mismo".
Esa frase se convirtió en un catalizador clave, ya que desencadenó otros recuerdos para Menezes: "Me sentía muy bienvenida en Birosca, en ese momento de la vida, porque era la mayor del grupo, pero también la más joven en lo que se refería a tecnología". Menezes tenía 35 años en ese entonces y la mayor parte de las integrantes del grupo eran una década más jóvenes. "Yo no tenía la valentía que ellas tenían para desarmar las cosas; tenía miedo de romperlas. Pero allí, en el proyecto, empecé a perder el miedo a cometer errores".
Aprender, enseñar y romper las normas de género en el proceso
Trabajar en el ámbito de la tecnología era ir claramente contra las expectativas de género, pero Menezes tiene una curiosa idea que va más allá de la intersección entre el trabajo en tecnología y la vida de las activistas. "Durante el tiempo que estuvimos en Birosca, empezamos a entender que la dificultad de acceso a la tecnología era un tabú, el mismo tabú que nos había impedido conocer nuestro propio cuerpo. […] El hecho de romper ese tabú nos generó una poderosa sensación de autonomía y nos parecía importante compartir esa sensación, documentar la experiencia”.
La mayoría de personas entrevistadas en el documental se hacen eco de esa idea. "Hablábamos del cuerpo, de tecnología, del miedo a no saber lo suficiente", cuenta Karine "Foz" Batista. Ianni Luna lee unos viejos apuntes para un taller de sexualidad y meta-reciclaje que organizaron, en los cuales se habla sobre el paralelismo entre conocer el propio cuerpo y conocer una pieza de hardware, contradiciendo el discurso habitual, más desapegado, sobre tecnología. "Nos parecía importante que las personas nos contaran cosas sobre sí mismas. Hablábamos de nuestra vida privada conectándola con la tecnología".
"Ningún otro colectivo hablaba sobre las mismas cosas que nosotras: feminismo, género y tecnología", apunta Fernandes. "Hablábamos de cómo la sociedad no nos permitía conocernos sexualmente a nosotras mismas, al igual que no nos permitía saber cómo abrir una PC y ver si funcionaba, y cómo funcionaba, la tarjeta madre".
Menezes y otras mujeres del colectivo pensaron que era crucial compartir este aspecto y documentar la experiencia. "Filmar este documental me hizo recordar la importancia del ese deseo de aprender", agrega. "Porque en ese momento no estaba claro, pero ahora, viendo el proceso otra vez desde la película, queda mucho más clara la importancia de haber formado parte de todo ello".
Un legado de reflexión y cuidado
Hoy no es fácil encontrar a Birosca en internet, con sus frágiles archivos y su amnesia intermitente, pero Menezes sostiene que la memoria de Birosca es importante y que, por lo tanto, es importante documentarla. El documental se presentó en junio de este año en el Casarão da Cultura, en la ciudad de Río Claro, un importante centro audiovisual en el interior de São Paulo.
Fernandes sostiene en la película que "Birosca es como un diente de león, vuela y se desparrama. Cada una de nosotras tiene una parte, seguimos siendo amigas". Menezes recuerda a Birosca como algo "audaz, bello y poético", y dice que "no solo vive en la memoria de quienes vivieron ese momento sino que ahora está documentado, para que otras personas puedan saber que esos momentos existieron". Y agrega que quería que el documental "generara tensión a través de estas discusiones. Seguir pensando, revisitando ciertas rutas, los principales acontecimientos, los puntos de llegada. Es genial conocer la historia, los caminos que recorrieron otras personas para que hoy estemos donde estamos, ya sea para aprender de nuestros errores, o para crear nuevas posibilidades".