En marzo pasado, la noticia tomó a los activistas verdes por sorpresa: la agencia nacional de seguridad búlgara (DANS) había allanado las oficinas de la agencia forestal estatal de Sofía. Sobre todo porque se daba a entender que la acción hollywoodense, en el barroco edificio del Ministerio de Agricultura de Bulgaria, había sido motivada por ciertos informes de “los ecologistas”.
En efecto, algunos miembros de la coalición Por la naturaleza (For the Nature) hicieron campaña durante meses contra las prácticas no transparentes de compra de amplios y verdes terrenos fiscales a orillas del Mar Negro y en las montañas, a cambio de terrenos en bosques de menor valor, que supuestamente iban a ser inmediatamente destinados a la construcción. Los activistas no podían creer que realmente hubieran funcionado sus reiterados reclamos a las agencias de orden público y al parlamento de Bulgaria y de Europa. “La DANS nunca había hecho nada”, explicó Stefan Avramov, de la Fundación Biodiversidad de Bulgaria, en un mensaje electrónico a la lista de correo de la coalición. Haciendo a un lado el escepticismo, los verdes debieron reconocer que una vez más habían aparecido en el momento y lugar indicados para derribar a otro Goliat infractor del interés medioambiental público. Y la comunicación por internet había sido la catapulta que habían tenido entre las manos.
La gente ya lo había enfrentado, cuando tuvieron lugar las acciones ciudadanas contra la proliferación de construcciones turísticas en las montañas y costas del Mar Negro, que se propagaron desde las salas de chat y la bloguesfera hacia las calles de Sofía y otras de las más importantes ciudades, desde 2007. Dos años después, impulsados por su nueva habilidad para determinar la agenda pública, los activistas estuvieron preparados para reclamar su parte en el sistema de democracia representativa de su país y se presentaron con un partido propio, denominado Zelenite (los Verdes), en la contienda electoral.
Los políticos verdes también brotan en Hungría
El éxito frente al establishment político no es exclusividad del activismo verde búlgaro. Siguiendo un guión casi idéntico, el movimiento verde húngaro también lanzó un nuevo partido político llamado La política puede ser diferente (en húngaro: Lehet Más a Politika! o LMP). En una jugada de último momento el LMP se inscribió como candidato en las elecciones al Parlamento Europeo del 7 de junio, en coalición con la Unión Humanista de Hungría.
El nuevo partido se construyó a partir de un vasto movimiento popular, que catapultó al destacado presidente de la Corte Constitucional, László Sólyom, como candidato a presidente en el pasado 2005, luego de una serie de protestas populares contra la construcción de una estación de radar de la OTAN en el área protegida de la montaña de Zengõ.
Si bien sus bases en el movimiento verde fue la semejanza más llamativa entre el Zelenite de Sofía y el LMP de Budapest, la segunda fue sin duda su dependencia de internet y de las redes electrónicas. Empezando por la gran presencia en internet que ambos partidos impusieron para satisfacer las exigencias formales de sus respectivos países para participar en las elecciones. Gracias a la recolección en línea de firmas y donaciones de dinero, la inscripción de último minuto de Zelenite en la contienda europea, al estilo “final feliz”, no careció de emoción. Y si bien los resultados de ambos partidos (2.6 por ciento de los votos para el LMP y apenas 0.72 para Zelenite) seguramente no estuvieron a la altura de la enorme expectativa y entusiasmo de sus adherentes, estos fueron interpretados por los analistas como un insoslayable llamado a una futura presencia en ambos países.
Según lo expresado por representantes de Political Capital – centro de investigación que funciona en ambos países- tanto Zelenite como el LMP llevaron adelante una agresiva campaña en línea, orientada a promocionar su perfil y consolidar el apoyo entre los votantes jóvenes con acceso a internet. Como era de esperarse, internet y los derechos de la comunicación ocuparon un destacado lugar en el programa de Zelenite (1). La campaña y votación de este partido promovieron a Bogo Shopov, una de las caras de la lucha por los derechos de la comunicación en Bulgaria. Este aspecto de la campaña de Zelenite reflejó la poderosa reacción popular contra el ataque a la libertad de expresión, tanto en línea como bajo sus modalidades tradicionales, por parte de los organismos del Estado y las nuevas políticas orientadas a instaurar la retención de datos.
Pero las semejanzas no terminan ahí. Las listas de ambos partidos están pobladas de caras jóvenes, muy familiares para la gente por su pasado activista: personas como Andreas Schiffer, activista de Védegylet desde la cruzada presidencial de Sólyom, y Andrey Kovachev, presidente de Balkani – Sofia y veterano de las luchas contra los empresarios de la construcción. También están presentes algunos activistas de redes electrónicas, vinculados a miembros de APC de Hungría y Bulgaria. Dos miembros del equipo de BlueLink están hasta cierto punto liderando el partido Zelenite y su presidenta, Natalia Dimitrova, se presentó com candidata en la elección al parlamento europeo en la lista de Zelenite. En Hungría, algunos miembros de Green Spider formaron parte del ELP desde sus inicios.
No todas son rosas para los verdes en política
La transición hacia la política real divide las posiciones en las filas del activismo. Destacados grupos húngaros como HuMuSz, FoE Hungary y Nimfea decidieron no involucrarse formalmente con el partido, aunque algunos de sus miembros y líderes formen parte de él. También, en Bulgaria, hay activistas que temen que la política partidaria distorsione sus acciones. “El partido está absorbiendo demasiados recursos y energías del sector activista, y tal vez lo deje exangüe si falla,” dice Ilian Iliev, del Centro público del medio ambiente para el desarrollo sostenible de Varna, Bulgaria. Iliev, otro de los fundadores y miembros del equipo de BlueLink, fue miembro fundador de Zelenite, pero se negó a abandonar su trabajo en la sociedad civil para hacer campaña para las elecciones.
Petr Jehlicka, investigador de la sociedad civil y el contesto post-socialista residente en el Reino Unido, opina que un panorama tan pesimista no es en absoluto improbable. Jehlicka advierte que un desplazamiento similar hacia la política partidaria en República Checa estos últimos años ocasionó una pérdida de recursos humanos en las ONG.
Pero Klara Hajdu, delegada de políticas de biodiversidad en la red CEEweb for Biodiversity, con sede en Budapest, ve el ingreso en la política como un paso natural para el movimiento. “Tenemos herramientas y políticas para contrarrestar la amenazas a la biodiversidad, pero son insuficientes a la hora de enfrentar las complejas causas de fondo detrás de esas presiones”, admitió. Las ONG llegaron a su propio límite de enfrentamiento de esas causas, y necesitan participar en la escena política para ir más allá.
La definición de la orientación política de los nuevos partidos de liderazgo ciudadano plantea diversos problemas. En tanto el LMP no tuvo dificultad para autodefinirse como un partido “ecologista y social”, los nuevos verdes de Bulgaria siguen reticentes a identificarse con cualquier cosa que contenga la palabra social. “Izquierda o derecha: este no es el dilema. Lo único que necesitamos es un mundo bueno – y eso es algo mucho más grande que la geometría política”, escribió el vicepresidente de Zelenite Petko Kovachev en un muro de Facebook. Pero esta postura y algunas fórmulas proeuropeas y proeconomía de mercado del programa del partido hacen que algunas se frunzan algunos ceños, y acentúan las discusiones dentro y fuera del partido. Según Jehlicka, este tipo de fórmula puede dejar afuera a muchos activistas que reclaman un cambio social radical, y no ven en Zelenite más que otro producto político neoliberal.
Fotos: Uso autorizado de la cuenta de Flickr y el sitio oficial de Zelenite.