¿Cómo contribuyen los miembros de APC a mejorar la vida de su comunidad? En esta columna, destacamos las historias de impacto y de cambio de nuestros miembros, con el apoyo de los subsidios de APC. KICTANet se dedica a crear redes para destacar voces diversas, recabar evidencia y promover regulaciones que habiliten las TIC en Kenya. La ausencia de voces de mujeres y la información sobre el impacto local de la COVID-19 fueron el foco de la última investigación realizada.
¿Cómo podemos crear regulaciones y tecnologías que generen desarrollo sin dejar a nadie atrás? Partiendo de la confianza en el poder de las comunidades para mostrar múltiples perspectivas y voces, Kenya ICT Action Network (KICTANet, Red de acción en TIC de Kenya) se dedica a profundizar la perspectiva de género. Apoyan iniciativas surgidas desde las comunidades de base para promover cambios frente a una realidad de inequidad que la pandemia ha acentuado.
KICTANet es una plataforma multisectorial para personas e instituciones interesadas en políticas y regulaciones de tecnologías de información y comunicación (TIC). Al fomentar la cooperación y la colaboración entre la sociedad civil, la industria, la comunidad técnica, la academia, los medios y el gobierno, la red actúa en múltiples frentes combinando política y activismo con participación de diversos sectores de interesados/as, capacitación e investigación para elaborar mejores alternativas políticas.
La ausencia de voces de mujeres y de evidencias de sus realidades fue el foco de un proyecto de investigación liderado por la organización durante la pandemia. “No hay suficientes registros sobre la experiencia de las mujeres de bajos ingresos de las comunidades rurales con la violencia de género y, si hubiésemos contado con dinero y recursos suficientes, esa habría sido un área de investigación prioritaria”, explica KICTANet.
Mediante enfoques metodológicos tanto cualitativos como cuantitativos, lograron generar documentación importante sobre las realidades que enfrentan las mujeres de Kibera – el asentamiento informal más grande de Nairobi, Kenya, con una población estimada de entre 500 mil y 700 mil personas. Para todas las personas que viven allí, la pandemia de COVID-19 aumentó las desigualdades preexistentes, como la falta de vivienda y sanidad adecuadas, sobrepoblación, escasez de agua y electricidad, falta de acceso a infraestructura tecnológica y un número insuficiente de escuelas. Este nuevo contexto tuvo un impacto negativo desproporcionado sobre las mujeres.
El informe, que contó con subsidios de APC a través de la iniciativa Redes locales, se proponía entender los impactos de la COVID-19 sobre las mujeres de la zona. “El proceso de investigación nos permitió concebir las diferentes necesidades que tienen las mujeres de Kibera y capturar algunas de las iniciativas que les gustaría ver funcionar en el terreno”, señala KICTANet. Desde ese punto de partida, el informe brinda también recomendaciones claves para contribuir a dar respuestas eficaces y relevantes en lo local, con buen anclaje y dentro de un marco de género interseccional. Además, destaca el rol de los enfoques centrados en la comunidad, tales como las redes comunitarias y las comunidades de cuidados que apoyan a las mujeres durante la pandemia y más allá.
El proyecto se realizó de forma colaborativa, con liderazgo de KICTANet.El informe de la investigación estuvo a cargo de Mwara Gichanga, Josephine Miliza, Nzambi Kakusu, Risper Akinyi, Winnie Akoko y Cecilia Maundu. Esta columna se centra en los miembros y socios de APC, destacando la experiencia de KICTANet en este caso.
Impacto de género de la COVID-19 en las mujeres de Kibera
Según el informe de la investigación, las mujeres se vieron desproporcionadamente afectadas por la pandemia en Kenia, sobre todo en asentamientos informales como el de Kibera, donde suelen lidiar diariamente con problemas económicos, políticos y sociales que deben superar para poder tener alguna cohesión en su familia y en la comunidad. Además, las mujeres son clave para la supervivencia de su hogar, ya que están a cargo de que la familia esté bien alimentada, vestida y alojada, y de que los niños y niñas tengan acceso a educación.
A pesar de esos roles, la mayoría de estas mujeres siguen siendo excluidas de los procesos de planificación y toma de decisiones. Además de todas las desigualdades existentes, la pandemia agregó otras capas de problemas, tales como nuevas responsabilidades económicas en relación a su familia y la comunidad, o incluso la experiencia de abuso doméstico, ya que se vieron obligadas a vivir aisladas con los abusadores.
La investigación mostró que 70% del estilo de vida habitual de las mujeres se vio afectado desde la pandemia, que tuvo un impacto negativo en los servicios de salud, la alimentación, el suministro de agua y electricidad, y las fuentes de trabajo. Más de la mitad de las encuestadas dijeron haber sufrido el impacto psicológico de la pandemia y expresaron frustración, incertidumbre, aburrimiento y soledad, además de niveles más altos de ansiedad y estrés.
Recomendaciones para apoyar a las mujeres y generar resiliencia
El informe reconoce que la desigualdad de género tiene muchas facetas y recomienda la adopción de enfoques, estrategias e intervenciones locales y sensibles al género, que se centren en prestar apoyo a las mujeres y fortalecer su resiliencia durante y después de la pandemia. “Un enfoque igual para todo el mundo sólo servirá para aumentar las inequidades ya existentes”, subraya KICTANet. Con esa finalidad, la publicación presenta siete recomendaciones (que figuran en el cuadro siguiente).
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Documentar y recolectar datos discriminados por sexo, capacidades diferentes y edad, sobre la diversidad de tasas de infección, dimensiones económicas, carga de cuidados e incidencias de violencia doméstica y abuso sexual durante y después de la pandemia de COVID-19.
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Enfoques basados en la comunidad a la hora de desarrollar una estrategia económica de largo plazo, que tengan en cuenta las inequidades de género en la economía. Las estrategias económicas deben ser inclusivas de la participación de las mujeres, así como contener incentivos para estimular la participación de las mujeres en áreas de crecimiento potencial como las TIC y la innovación, y fondos iniciales para la pequeña y mediana empresa a cargo de mujeres. Se deben promover reformas a nivel nacional para mejorar las desigualdades de género.
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Participación y contribución del liderazgo de diversas mujeres en programas de respuesta rápida a la hora de tomar decisiones a nivel local, de distrito, o nacional. Emplear un enfoque multisectorial que sea inclusivo de las iniciativas de cuidado comunitario, la sociedad civil y las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres.
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Reconocer la gravedad de los efectos psicosociales y la necesidad de salvaguardar la salud mental de las mujeres.
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Establecer iniciativas locales, o usar como base iniciativas preexistentes, como el cuidado comunitario, que generen un acceso gratuito y fácil a servicios de apoyo sicosocial dentro de la comunidad, a través de sesiones de apoyo en línea y telefónicas para mujeres y chicas jóvenes del asentamiento informal, y servicios de referencia para tratar con situaciones de ansiedad y estrés relativas al brote de COVID-19.
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Investigación y documentación a cargo de la comunidad, centrada en el género, sobre datos sicosociales enfocándose en los problemas de salud mental que experimentan las mujeres en los tugurios y el desarrollo de políticas de COVID-19 mientras se planifican intervenciones para combatir la pandemia.
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La mayoría de las mujeres de Kibera forman parte de un grupo social, por ejemplo, grupos conocidos localmente como chamas. Además, existen centros o espacios de mujeres en Kibera, como el “centro grupal de mujeres poderosas”. Esos centros se pueden equipar para convertirse en espacios seguros que brinden apoyo para el bienestar y la salud mental de las mujeres de Kibera. Los centros también pueden recibir a las mujeres para que puedan aprender las unas de las otras.
Enfoques desde las comunidades de base sobre la brecha digital para que nadie quede atrás
Entre las recomendaciones formuladas a partir de la investigación realizada para escuchar a las mujeres de Kibera, KICTANet destaca la importancia de la inclusión digital. En distintos países, la pandemia generó la necesidad de acceso a fin de participar en un creciente número de actividades en línea, como la educación, en el contexto de las medidas de distanciamiento físico. La investigación muestra que en Kibera, si bien el 91% de las mujeres posee un teléfono móvil con acceso a internet, la mayoría de ellas se ve obligada a compartir el dispositivo con otros miembros de la familia, lo que supone riesgos como fuga de datos y violaciones de privacidad.
Teniendo en cuenta la multiplicidad de niveles de inequidad, KICTANet defiende los enfoques generados desde las bases a fin de cerrar la brecha digital, como por ejemplo las redes comunitarias, que constituyen una solución integral para garantizar que nadie quede atrás. Según KICTANet, las redes comunitarias son infraestructuras de telecomunicaciones construidas por y para la comunidad con el fin de apoyar las actividades económicas y sociales. “Este tipo de redes están surgiendo como modelos de acceso complementario que adoptan un enfoque integral para resolver las exclusiones digitales”, subraya el informe. En Kibera, TunapandaNET es una red inalámbrica comunitaria de bajo costo organizada por Tunapanda Institute, también con subsidios de APC, cuyo objetivo es construir un ecosistema digital para superar las inequidades digitales de las personas social y económicamente menos privilegiadas de la región.
Esta podría ser una vía para que las mujeres se apropien de las tecnologías, pero la investigación también encontró obstáculos para su participación en las redes comunitarias. Frente a estos desafíos, hay que hacer esfuerzos especiales para identificar las necesidades de las mujeres y cocrear soluciones para las mujeres, con ellas, como por ejemplo tarifas favorables que resulten asequibles y accesibles para las mujeres, más allá de su estatus económico.
Otro ejemplo concreto de este enfoque en la publicación consiste en la exploración de plataformas móviles de aprendizaje a distancia y contenidos digitales multimedia, teniendo en cuenta que la mayoría de las mujeres tienen acceso a smartphones y eso podría constitutuir una oportunidad para superar obstáculos que impiden la educación, tales como la falta de tiempo, la movilidad reducida, el costo y las normas socioculturales. El contenido se debería crear en colaboración con las mujeres e incorporar el conocimiento local existente.
Entre las recomendaciones para fomentar su participación, KICTANet promueve otras acciones a fin de fomentar la participación de las mujeres en redes comunitarias, capacitarlas y apoyar el desarrollo de contenidos, aplicaciones y servicios centrados en las mujeres. También fomentan la mitigación y la respuesta frente a amenazas en línea que impiden el acceso de las mujeres a la tecnología, al igual que su uso. Por lo tanto, resulta fundamental recurrir a un marco de género en el proceso participativo de diseño, implementación y operación de una red comunitaria.
Este artículo es una versión del relato que aparece destacado por KICTANet como parte del proyecto “Conectar lo no conectado: Apoyar las redes comunitarias y otras iniciativas de conectividad comunitaria”, adaptado para la columna Sembrando cambios. Esta columna presenta las experiencias de los miembros y socios/as de APC que recibieron fondos a través del programa de subsidios de intervención catalítica de APC y de fondos otorgados a través de otros proyectos de APC y miembros del equipo interno que trabajan en el programa de subsidios.
¿Te ha inspirado este relato a plantar semillas de cambio en tu comunidad? Comparte tu historia con nosotros/as enviando un correo a: communications@apc.org.